SOBRINO NIETO (Pedro Alamañac Arrudi)
Con suma frecuencia en nuestra casa se hablaba de las bondades del difunto tío Fermín, recordándole con especial cariño, sobre todo mi madre, puesto que había sido su padrino. Por eso las personas mueren pero su recuerdo pervive en sus descendientes.
Según yo iba creciendo, tanto mi madre como mi tía Julia (hermana de mi madre) comentaban: ¡Mira como se parece al difunto tío Fermín!, dado mi desarrollo físico, así como facciones y rasgos faciales, manos piernas, etc..Sin embargo he resultado de estatura normal; si bien con cierto parecido físico, según me comentaban cuando era niño, personas que conocieron y trataron al difunto tío Fermín.
Así pues, me infundieron tanto cariño y admiración hacia el difunto tío Fermín que me ha marcado profundamente toda mi vida. Por consiguiente, he volcado mis esfuerzos y dedicación a fin de revivir la historia, cariño y recuerdo para inmortalizar a esta gran persona.
En cuanto a mis aficiones, entre otras, he heredado mi afición a la Jota y a los instrumentos musicales, especialmente a los de cuerda.
Al fallecimiento del difunto tío Fermín, mi abuelo Valero recogió el mobiliario de su casa y que, justamente con motivo de mi nacimiento, acordaron preparar su cama especialmente para mí; donde efectivamente he dormido 25 años. Gran parte de este mobiliario, incluida su cama, lo hemos restaurado, pintado y acoplado en su nueva Casa. Por eso la casa en su conjunto hemos intentado reconstruirla y finalizarla con Magia, reviviendo la historia de un ser extraordinario.